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Entonces Él (Bodhisattva) regresó y le dijo a Su hijo: “Soy tu padre”. El hijo Le creyó y no Lo cuestionó. Él dijo: “Veo que estás en una situación difícil, así que he vuelto para ayudarte. Ahora arráncame una de mis plumas”. Su cuerpo estaba cubierto con plumas doradas. Oro real. Él no era una persona cisne ordinaria, sino un Bodhisattva. Él arrancó una pluma. “Todos los días puedes arrancar una pluma y venderla. Entonces puedes vivir una vida cómoda”.