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Así que ayer pensé que eran ellos (los ayudantes) que se habían quedado un rato después de que las personas-perro estuviesen ya dentro y las cosas estuviesen hechas. O quizá algo no estaba bien y habían venido a arreglarlo. Nadie vino. Nadie en absoluto. Así que tuve que comprobarlo, dije: “¿Quién?” Abrí la ventana y vi la cabeza, muy oscura, negra, brevemente, apartándose rápido de la ventana. Dije: “¿Quién eres tú?” No contestó nadie. […] Yo dije: “¿Qué quiere de mí?” Por supuesto, ¿sabéis qué me respondieron Ellos? Yo dije: “¿Quién es?” Ellos dijeron: “Tu oposición”